Por eso, querido, a mi me da igual si te late o no, que lo importante es que siente, que a mi también se me agotan los latidos pero no las ganas de preguntarte dónde estás, que eso no quiere decir otra cosa mas que te estoy pidiendo que vengas, a hacer que me muera de ganas, a desgastarnos la adrenalina, a destapar el líquido de la eterna juventud y puede que incluso a revivirnos los latidos.
Aquella noche es un gran océano mental. Estaba tan ciega. Estaba tan ciega que cuando llegué a casa no podía dormirme si no era pensando en tus labios. También pensé en llamarte y decirte "putos labios, joder". Luego recordé que ya no eran míos. Que ya no eran mis putos labios y que probablemente fueran de cualquier otra. Pero a mi me daba igual porque yo sólo quería besarlos. Eso era como volar. Y tu saliva otro puto elixir.
Me di cuenta de que la música era tu única musa, y joder, qué puta envidia, que es ella por la que te muerdes el labio.
Joder Marie... te juro que es como si hubiera escrito yo este texto... justo ahora, es algo que no me había pasado nunca y lo estoy flipando jaja
ResponderEliminarSobra decir que me ha encantado ¿no?
es más, me ha tocado por dentro.
Un abrazo enorme guapa! :)
Jo-der, chica. Te cuelas en mi mente y evocas esas palabras que a mí a veces se me quedan en nudos.
ResponderEliminarEs un texto precioso. Y qué ganas dan a veces de llamarle y decirle cualquier cosa, o sólo escuchar su puta respiración sin decir nada.
Me ha encantado. Muchísimo.
Un besazo enorme :)
muy buena entrada, un beso :)
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