jueves, 28 de marzo de 2013

I n s p i r a .


Tu espalda,
el equilibrio perfecto
de aquel día que iba pedo.
Inspírame,
decías.
y me rompiste la camisa, cabrón
el amor es eso, ¿no?
sale caro.
Pero el corazón lo vendí a plazos
así que cómeme el cuello
o dime que me vaya
lejos
Y así fue como follamos
en aquel coche rallado
y más que follado.

Inspira, inspira.
Desnúdate y desnúdame.
Hasta el alma
si hace falta.
Y van tus manos
y se atreven
a hacerme feliz
(las muy putas).

Aunque por putos, 
putos los meses sin vernos.
De buscarte en los bares
como quien busca el paraíso.
Ven si eso
pero que paso, eh.
Da igual, tú búscame.
Qué esperanza tan roja
tan pura
como eso que late.
Y apareces.
Y es como si hubieras sido hermético
hasta entonces
hasta ahora
en que puedo gozarte de nuevo.

Déjate amar.
Que no tengo corazón ya.
Pero puedo reconstruirlo por ti.
Te lo lío
y te lo fumas.
Fúmame.
Lo consumes.
Lo conviertes en ceniza
tan bonita
y tan tuya.

Déjame sentirla.
Tu alma, digo.
que tu eres eso
los veintiún gramos más bonitos
que he sentido nunca.

Borra mi mente.
Roba mi cuerpo.
e inspírame.

martes, 26 de marzo de 2013

Se avecina tormenta.

La lluvia me hace pensar en lo efímero de las sensaciones y las miradas, y veo como se van mojando mis zapatillas desgastadas, como se moja el contrato que decía algo así de no querernos, como se mojan mis mejillas y se ponen rojitos mis ojos, no rojitas las orejas que ya no me besas. Escuchando Always Gold en acústico, el vello de punta. Me mojo y solo encuentro incertidumbres. No te diré que eches de menos mi culo, pero tío, yo el tuyo sí. Joder, que pensaba que los abrazos a escondidas durarían mas tiempo, que yo no sé poner puntos y finales aunque seguramente sea lo único que te merezcas. Me da igual romper contratos porque, ¿sabes? Las luces de la Gran Vía todavía son una mierda si las comparo con tus ojos. Y va el cabrón y sonríe. Como si tampoco hubiera comparado su sonrisa con las estrellas que parpadean, brillantes.

El problema es que las luces de la Gran Vía cada vez funcionan peor y hay demasiadas nubes como para ver las estrellas.
Y va, mejor me callo, que se avecina tormenta. 

viernes, 22 de marzo de 2013

Ceniza.

Ya me lo había advertido. Me había hablado de los ojos carnívoros. Son engañosos, bonitos a primera vista, y a segunda, y a tercera, e incluso parecen sinceros cuando tu pupila se clava en la suya. Los ojos carnívoros también besan, y como carnívoros que son, les gusta morder labios sin cuidado alguno, pero sólo producen un dolor efímero que poco importa cuando también te hacen daño al corazón, porque esas pupilas saben clavarse bien dentro e incluso pueden romperlo en pedacitos microscópicos e incapaces de volver a su estado natural. Me lo había advertido, pero Él confiaba en mi fuerza, o eso decía. ¿alguna vez he sido fuerte?, me pregunté cuando ya estaba bajo su mirada, y no me explico cómo, esos ojos pudieron oírme y me susurraron muy bajito que guardara el secreto. Él, más allá de habérmelo advertido, me lo había prohibido. Él no los llamaba ojos carnívoros, decía algo así como los capullos que le hacen daño a mi chica. Papá que tanto sabe, y que tan poco caso le hago. Aquí estoy con el corazón hecho trocitos. Consumido como un cigarrillo.


Y qué ceniza más bonita.

domingo, 10 de marzo de 2013

(duele)

Ni siquiera me pregunto cómo te fuiste porque sé con certeza que lo hiciste por la ventana, porque amabas el riesgo y porque clavarte cristales para ti no era dolor. Que ese ya lo habías sentido bien dentro. Pero yo sí lo sentía cuando aparecías despacio. Porque ya no había bañeras donde llorarte, ni antologías de poetas perturbados que leer, ni cigarrillos que fumar las noches en vela, ni tejados donde vagar, ni tampoco gatos que me hicieran compañía.
Te grabé a hielo 
en mi retina,
pero tú querías ser fuego
y al acercarte
se fundían mis pupilas.
La Nada se hizo,
y su vacío inmenso
provocó claustrofobia;
será que sólo quedaba sitio
para tu
                                                       recuerdo.


Ni si quiera había frío con el que sentirte, de ese que se cala en los huesos como tú, porque había llegado la primavera, y yo a esa le tengo alergia.

Abril ya se paseaba por los parques,
ruborizando a las flores,
mientras yo me refugiaba
en las barras de los bares,
donde nos ganábamos a tragos
pasar la noche en el infierno
(Un hotel de cinco estrellas,
pues peores antros habíamos pisado).
Pero a fuerza de escondernos
nos convertimos en otoño,
y tus manos terminaron por mezclarse
con los montones de hojas secas.
Céfiro hizo el resto.

Aquí estamos, guardando bajo llave el humo de nuestro último incendio que no se desvanece (¿cómo se puede arder siendo agua?) y ganando la carrera con el caballo más flaco. Y así somos, inmensos de una lógica que existe solo en las  a l m a s  r o t a s .

Jugábamos a buscarnos en el caos
con poca luz
y menos ropa,
siendo sin existir.
Mas al subir las persianas,
la realidad deslumbraba;
yo te quería a mi lado, y tú
sólo me querías cerca
de ti.

(duele) Y me dices que esta vez te quedas, que no me equivoque, que esta estación es nuestra. Ay, cielo, que yo no entiendo de trenes y mucho menos del tiempo. Y nada entiendo de ti. 

Si tuviera elección 
entre Cronos y tú,
me quedaría con el titán;
él me mata más lentamente
que el roce de tus mejillas
cuando vuelves sin avisar, 
segundo a segundo
y sin mirar atrás.

Pero a ti no te importa y sigues enfrente de mi, y es como si las bañeras volvieran a llenarse. De agua salada. De lágrimas.


Esta entrada es especial.
 Está hecha con la colaboración de mi querido Henri 
(al sentir de los versos) 
capaz de llenar el mismísimo vacío con palabras.

sábado, 2 de marzo de 2013

La cerveza, rubia.

Prefiero pensar que esos adjetivos tan bonitos (y tan odiosos a la vez) son tan sólo para describir alguna marca de cerveza, no a ninguna pava con la que ayer pasaste la noche solo porque tenías frío. Mira que igual la cerveza te daría menos dolores de cabeza, por eso de lo a gustito que se duerme pensando en mi pelo, o porque habrías recordado lo fría y caliente que soy a la vez. Igual esta rubia te sale más rentable porque, fíjate, que estoy casi segura de que si te pillas de esa morenita te gastarías un pastón en cerveza negra y seguirías recordándome como si bebieras rubia.
Así que cielo, la cerveza, si rubia, dos veces buena.