martes, 30 de abril de 2013

Recuerdos de un pasado ardiendo.


fuimos el desliz de verano que nos condenó a miles de deslices. tu presencia hacía los bancos de Murcia más cómodos. qué bonita estaba cuando tú la mirabas. aún más. y qué suerte tiene la muy puta de que haya sido con esos ojos. 
entre sábanas blancas; tus plegarias y mi condena.
y los terremotos pasaban a un segundo plano cuando lo que temblaba era mi cama. quedando exhaustos. convictos.

te recuerdo en calzones por mi casa, cerveza en mano, barba de tres días y sobredosis de mi, y te escribo en minúsculas, que es como drogarme sin drogas y volar sin alas.

y ahora hielo y recuerdos de un pasado ardiendo. (sólo quiero que tus minúsculas aparezcan de repente y que el corazón me de un vuelco).

sábado, 27 de abril de 2013

Quitarle las pilas al reloj no hace un abril eterno.

Veréis, supongo que ya lo habréis notado, pero abril se está acabando. Para mi abril es un mes de plástico donde las mil caricias prometidas nunca tienen sujeto en quién recaer, un mes lleno de estornudos, lleno de alergia y de tormenta. Hace un abril que quería comprarme una casa en primera fila de su vida, ¿sabéis?. Confiaba en pagarla a plazos, pero no sé, supongo que abril se acabó, y con abril él también se fue. Y ni siquiera sirvió quitarle las pilas al reloj.

Me quedé sola fumando versos en el balcón del hotel hasta el siguiente abril, con la necesidad de tinta en mi piel, con la esperanza de que volviera su tren, el humo de su cigarro y los hoyuelos de su cara cuando sonreía.

martes, 16 de abril de 2013

Ombligos.


Ombligos desnudos
que tropiezan
y caen
que gritan,
tan mudos.
"¿Bajas o subes?"

Kilómetro cero.
Punto de equilibrio.

domingo, 14 de abril de 2013

Tatuajes.

Dile a tus demonios que se vayan de mi cabeza, que ya no tiene sentido que estén aquí si tu no puedes estarlo, si no puedo rozar tu piel tatuada y sentirla mía. Siempre que pensabas en el diseño de uno nuevo yo te decía esa frase de aquel libro que tanto te gustaba: "¿Qué más tatuaje que la vida misma?", como si sintiera envidia de la tinta que invadía tu piel. Quién le iba a decir a mi piel entonces que se iba a hacer adicta a ella, casi más que a tus besos. Cuando lo descubriste sonreíste y dijiste "nadie se fijará en él si sonríes". Y yo sonreía, y entonces él se apagaba como las luces de la ciudad cuando amanece.
También tú te apagaste, y con el paso del tiempo tus demonios huyeron de mi mente consumida buscando otras de qué alimentarse. Entonces yo ya no sonreía, y ahí estaba él, invadiendo mi piel otra vez.                      
                       
                                         Recordándote.
"Lo más profundo que hay en el hombre es la piel"
-Paul Valéry.

jueves, 11 de abril de 2013

Elixir.

Estaba tan ciega. Estaba tan ciega que pensé en llamarte y rogarte bailar desnuda para ti. Luego recordé que a ti el corazón ya no te latía, o al menos, no lo hacía para mi, para que bailase desnuda a su compás. Da igual, porque el hijo de puta del aleatorio de mi mente suena a tu música todo el puto rato, que es la única con la que revive tu corazón, tu elixir.
Por eso, querido, a mi me da igual si te late o no, que lo importante es que siente, que a mi también se me agotan los latidos pero no las ganas de preguntarte dónde estás, que eso no quiere decir otra cosa mas que te estoy pidiendo que vengas, a hacer que me muera de ganas, a desgastarnos la adrenalina, a destapar el líquido de la eterna juventud y puede que incluso a revivirnos los latidos.
Aquella noche es un gran océano mental. Estaba tan ciega. Estaba tan ciega que cuando llegué a casa no podía dormirme si no era pensando en tus labios. También pensé en llamarte y decirte "putos labios, joder". Luego recordé que ya no eran míos. Que ya no eran mis putos labios y que probablemente fueran de cualquier otra. Pero a mi me daba igual porque yo sólo quería besarlos. Eso era como volar. Y tu saliva otro puto elixir.

Me di cuenta de que la música era tu única musa, y joder, qué puta envidia, que es ella por la que te muerdes el labio.

lunes, 1 de abril de 2013

El Olvido sabe.


Contigo aprendí que el olvido tiene sabor.
El Olvido es sentirte gris. Inerte.
Beber té negro, casi más que el alma.
Olvido es lo que queda cuando el té se acaba,
lo que queda cuando escucho una canción siete veces seguidas,
lo que soy cuando pierdo el autobús,
el charco de la calle en el que caigo,
mi cara de idiota cuando deja de serlo,
las carreteras vacías y las conversaciones mudas.
Olvido es cuando ya no llenas de caricias de tinta mi piel color folio,
cuando ya no me buscas como buscando un abril sin fin,
o cuando ya no me acaricias el miocardio,
olvidarte es el puto mes de septiembre,
olvidarte es ya no encontrarte por pura serendipia.

A mi el Olvido me sabe a té.
A no olvidarte, a no tenerte.

Cuéntame a qué sabe tu olvido.

serendipia: f. descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta.