lunes, 1 de septiembre de 2014

Tienes unos ojos preciosos.

Tengo una tía abuela que desde que soy una enana, siempre que me ve, sin excepción… me dice: “tienes unos ojos preciosos”. Y puede sonar cruel por mi parte, pero la verdad es que de pequeña odiaba con toda mi alma que aquella señora dijese eso a mis ojos marrones normales y corrientes, e incluso me resultaba hasta pesada pero yo siempre sonreía con timidez, pues no sabía por qué en lo más profundo de mi ser podía molestarme aquella cosa. El caso es que hace unas semanas fue al médico y le diagnosticaron una enfermedad bastante grave, y cuando fuimos a visitarla a casa fue la primera vez que recuerde en mi corta vida que mi tía abuela no hiciera algún comentario sobre mis ojos, y no sólo eso, si no que no sabía dónde se había metido aquella mujer dicharachera que alegraba la vida a cualquiera; eso sí, seguía teniendo la mirada feliz. 
Y de repente, no sé, como que me inundó la pena y me entraron unas ganas tremendas de llorar, y pensé en lo afortunada que soy a veces sin darme cuenta, en el por qué tengo tantísimo y sigo queriendo más y más... y que en ese momento sólo quisiera un comentario sobre mis ojos... y sobre todo pensé en lo egoísta que soy a veces al pensar que no tengo nada, que no tengo a nadie, cuando lo tengo todo. Me dio por pensar la chorrada que había sido discutir con mi madre porque quería tales zapatos, o lo mal que lo había pasado por aquel que no dio un duro por mi. 
Vaya, que va a ser verdad eso de que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes y lo de que no es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita… porque ella, ya veis, que esté tan feliz con todo lo que se le viene encima… Y lo sé porque la oí reír, porque siempre está bien que le digan a uno que tiene unos ojos preciosos.

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