lunes, 8 de julio de 2013

Intoxicados.

Llenarte el corazón de mierda te hacía feliz, pero llenas y llenas, y al final, se desborda. Y cuando se desborda no puedes dar marcha atrás, no puedes volver a llenar el vaso, no puedes volver a coser el roto. Mírate tío, estás perdido y tú eres tu propio tóxico. Contaminándote, sintiendo más que nadie, sí... pero al fin y al cabo, muriendo.

Morías lento. Pero parecías muy vivo cuando mirábamos las estrellas por el balcón, yo siempre buscaba mi constelación favorita donde tú sólo veías puntos. Me decías: ¡Ahí está!, y yo asentía y sonreía, pero aquella no era mi constelación. Te hacía sentir feliz y yo también me intoxicaba un poco. No era feliz, pero lo parecía.

Tiramos todos los calendarios para no tener la tentación de ir tachando los días, porque ya sólo nos llevaban al Fin. Cada día pasaba más rápido entre acordes de guitarras, balcones, mar, muchos llantos a escondidas, pero yo seguía pareciendo feliz.

Y cuando mueres, las constelaciones se rompen, son sólo puntos, sólo lunares, esperando que vuelvas a unirlos. Pero para ti nada había cambiado, porque ya estabas muerto antes de morir.



Escrito el 6 de julio en la orilla del mar, mirando las constelaciones  r o t a s 
y cuando el cielo, al fin, decidió regalarme una estrella 


fugaz.

3 comentarios:

  1. Precioso y duro a la vez. Como una vez leí: un corazón roto de tanto morir.

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  2. Cuando estás muerto en vida sólo miras lo que se rompió y no lo que puede llegar a nacer...

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  3. Increíble. Me ha encantado, de verdad.
    Sigue así.

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